Existe, en algún rincón de internet, una tesis titulada Periodismo ambiental en México: verde pero espinoso, escrita por Juan Pablo Mayorga García y publicada hace más de una década.
Aunque el panorama del periodismo ambiental en 2014, el año de su publicación, era diferente al de hoy, en 2025 seguimos cuestionándonos si algo ha cambiado. Y sí, en efecto.
El periodismo ambiental ha evolucionado de un nicho especializado a una fuerza transformadora que ha adoptado técnicas narrativas y recursos multimedia que están alterando las reglas del juego para las grandes empresas y corporaciones, especialmente ahora.
Denunciando el conflicto
En un país donde gran cantidad de los conflictos socioambientales están relacionados con la explotación de recursos naturales, el periodismo ambiental se ha convertido en un faro de luz (o al menos en un intento de ello).
ONGs como Greenpeace y WaterAid, medios especializados en temas ambientales como Mongabay Latam, redacciones de medios masivos como The Guardian e incluso periodistas independientes han documentado cómo los muchos desafíos ambientales, no solo impactan a los ecosistemas, sino que también afectan gravemente a las comunidades más vulnerables.
Un ejemplo local de esta cobertura es la industria del aguacate en Michoacán. Investigaciones recientes han revelado cómo esta industria, conocida como oro verde, está agotando los mantos acuíferos y deforestando bosques enteros.
Estas revelaciones no solo han generado indignación pública, sino que también han impulsado demandas legales y cambios en las políticas corporativas, exponiendo los hechos e incluso empoderando a la sociedad para exigir transparencia a los tomadores de decisiones.
Sin embargo, contar estas historias tiene un costo.
Periodismo ambiental: el segundo más letal
El periodismo ambiental se ha consolidado como uno de los tipos de periodismo más peligrosos del mundo, siendo el segundo más letal después del periodismo de guerra.
Es ampliamente reconocido que el ejercicio de la profesión conlleva riesgos significativos, y en este contexto, el periodismo ambiental destaca por los peligros inherentes a la cobertura de temas relacionados con el medio ambiente y los derechos humanos.
México se encuentra entre los países más riesgosos para los periodistas que se dedican a esta labor, enfrentando amenazas constantes que van desde agresiones físicas hasta la criminalización de su trabajo.
La cobertura de temas ambientales puede enfrentarse a poderosos intereses económicos y políticos, lo que incrementa considerablemente los riesgos para los periodistas encargados de difundir esta información.
Particularmente, en América Latina, los periodistas ambientales son especialmente vulnerables debido a la naturaleza remota de sus trabajos y la falta de protección.
No obstante, a pesar de estos riesgos, los periodistas ambientales continúan con su labor. Su trabajo es crucial no sólo para denunciar abusos, sino también para construir un futuro más sostenible.
Las grandes empresas, antes vistas como meros agentes contaminantes, ahora se ven obligadas a responder a las demandas de sostenibilidad.
A seguir reporteando…
A medida que avanzamos hacia 2025, el periodismo ambiental en México se encuentra en una encrucijada.
Por un lado, su impacto es innegable: ha logrado que las empresas rindan cuentas y ha colocado temas críticos en la agenda pública. Por otro lado, los riesgos para los periodistas continúan siendo alarmantes, y la falta de capacitación y recursos limita su alcance.
La colaboración entre medios, organizaciones civiles y comunidades locales será clave para fortalecer este campo. Además, es fundamental que las empresas no solo respondan a las presiones mediáticas, sino que adopten prácticas genuinamente sostenibles.