¿Qué sostiene la gentrificación en América Latina?

Oaxaca de Juárez, México.

¿Qué es la vida sin un lugar digno donde habitar? Es tristeza, es miseria, es estar desprotegido ante cualquier eventualidad. Es por lo menos, una de las más grandes vulnerabilidades que una persona puede experimentar. No tener acceso a una vivienda digna, es vivir con la dificultosa tarea de querer seguir haciéndolo.

Una vivienda digna es fundamental para el desarrollo del proyecto de vida de cada individuo y comunidad, y ésta ocupa un lugar en el espacio físico, en una territorialidad.1 La historia de América Latina también es una historia de conflictos territoriales, motivados por la dominación y acumulación de la tierra por parte de unxs para sacar provecho de otrxs. Ejemplos de esto los podemos ver abanderados bajo el estandarte de la corona en la conquista, en el del estado-nación en su defensa de la soberanía o en el de los conglomerados empresariales que buscan maximizar ganancias democratizando las pérdidas. Estos conflictos territoriales y sus procesos de dominación y acumulación se han trasladado a los espacios urbanos, donde más del 81 % de la población vive, volviendo los problemas de la ciudad de suma importancia para su discusión y búsqueda de soluciones por parte de las ciudadanías en nuestra región (CEPAL, 2018).

A grandes rasgos, la gentrificación es la transformación y reacondicionamiento de áreas urbanas de bajos ingresos, deterioradas o que simplemente no cumplen con la demanda estética de personas con mayor poder adquisitivo (nacionales e internacionales), como consecuencia, las poblaciones locales, junto con los pequeños negocios de barrio, son expulsados y reemplazados por aquellos que sí pueden pagarlo, siendo los grupos
de agencias inmobiliarias privadas, cadenas internacionales y negocios de alta gama los que agravan y aceleran este proceso. Esto lleva al encarecimiento de la vivienda, el costo de vida en general, el aumento en las brechas sociales, la pérdida de costumbres, tradiciones, identidad cultural, territorialidad, etc. Usualmente estas áreas urbanas están ubicadas en los márgenes de los centros de grandes ciudades, pues son áreas con mucho potencial para el turismo, y que han quedado en manos de inmobiliarias o empresarios que buscan altas ganancias en poco tiempo (Guerrero, 2023). La dinámica de los alquileres temporales para nómadas digitales es la que opera en ciudades cuyo costo de vida es menor para estos últimos, siendo Airbnb una de las plataformas más usadas para facilitar este proceso.

¿Pero qué es lo que incita y hace posible estos fenómenos y procesos? ¿Cuáles son sus causas? La gentrificación está ligada a la colonización y exotización de nuestro territorio. Lo “salvaje”, lo “virgen”, lo “auténtico” y demás imágenes estereotipadas conforman El mito exótico sobre América Latina. La colonización europea y el “ojo imperial” occidental han romantizado las geografías, los cuerpos y las culturas de este continente, que se asumen “al servicio de” para “un placer desinteresado”, legitimando la conquista y explotación (Castellanos, 2018). Lo “exótico” es así para quienes tienen el poder de decidir y juzgar qué es culturalmente relevante y qué no, pero se olvida que eso “exótico” y “auténtico” es, o la visión idealizada de la realidad de millones de latinoamericanxs que padecen el subdesarrollo a causa de la sobreexplotación, o una versión del país mercantilizada, turistificada e ignorante de la realidad.

La exotización y gentrificación no son imparciales, tienen un diferenciador étnico, racial, económico, social y cultural, les pregunto… ¿para quién (re)construimos la ciudad? No son solo “proyectos de mejoramiento urbano”, es un blanqueamiento de la ciudad. Disfrazadas de “progreso y modernización”, y bajo el pretexto de la “revitalización”, la limpieza de los barrios va más allá de lo físico y entra en el terreno de lo simbólico, donde lo nuevo es lo bueno y lo viejo es lo malo, donde la blanquitud, entendida como maneras hegemónicas de verse, comportarse, consumir y ser en la ciudad, son aspiracionales, llevando a la homogeneización cultural y del tejido social (Observatorio, 2018). Algunas consecuencias de la gentrificación simbólica han sido la criminalización y desplazamiento de la pobreza y el ambulantaje, que en su mayoría, encuentra personas racializadas y étnicamente diferentes de las clases medias y altas, así pues, se preparan los paisajes urbanos centrales para su posterior gentrificación. De nuevo…¿para quién (re)construimos la ciudad?

La visión mercantilizada de la ciudad, no solo se limita a la vivienda. En nuestra época, la época del capitalismo tardío, vivimos en la “ciudad neoliberal”, una ciudad donde la privatización, la especulación y la lógica de maximización de beneficios no sólo estructuran las políticas urbanas, sino que que busca ingresar, cada vez más, componentes de la vida urbana al mercado (Janoschka, 2011; Corrales, 2021). Las ciudades son las que hicieron posible la producción masiva de capitales, su circulación y su acumulación, por lo que hay que entender a la ciudad como “territorios producidos por relaciones de poder que crean un espacio funcional para la existencia y la reproducción de un sistema político-económico”. Este sistema político-económico es el capitalista, generando jerarquías entre grupos sociales en su disfrute y gestión del espacio urbano (Corrales, 2021).

En América Latina, el Estado toma un rol central y activo en la promoción de esta visión mercantilizada de la ciudad, dándole un marco jurídico para su implementación, a través de políticas urbanas neoliberales, un ejemplo de ello, es la alianza que hizo el gobierno de la Ciudad de México con la empresa Airbnb o la derogación de la Ley de Alquileres en Argentina siguiendo una agenda neoliberal. Hay una estrategia discursiva que legitima los proyectos de renovación, revitalización o regeneración urbana, imbuida no solo de una perspectiva de “crecimiento y desarrollo de la ciudad”, sino que también de ideología revanchista diseñada para que las clases medias vuelvan a tomar el centro de la ciudad. Los anteriores calificativos hacen que el discurso tenga más legitimidad y que sea más difícil posicionarse en contra (Casgrain, 2013).

Hemos repasado brevemente 3 estructuras que hacen posible la gentrificación en América Latina: El (neo)Colonialismo, el Capitalismo y el Estado. La gente que es desplazada por la gentrificación tiene el mismo destino que nuestra región, el de la periferia. Garantizar y cumplir el acceso a una vivienda digna es demasiado complejo, con muchas variables, su solución no consiste en construir más vivienda social, pues solo sería atender la consecuencia del verdadero problema y resulta solo en una medida paliativa.

Algunos piensan que una solución es la mayor intervención del Estado en el mercado inmobiliario, que lejos de ser un “libre mercado”, opera bajo la lógica de acaparamiento ¡Y puede ser que sí! Tal vez es una solución, como las que ya se han implementado en otras ciudades del mundo, pero aunque sea un paso adelante, no nos salimos de las estructuras que pueden ser causantes del problema. Yo pienso que podemos imaginar y hacer las cosas diferentes con respecto a este y otros temas.

Necesitamos caminar hacia un horizonte donde la vivienda no es mercancía, donde la tierra no es explotada sino compartida, donde los espacios de la ciudad son para todxs quienes la habitan y no sólo para quienes se ajustan a una estética y poder. Involucremonos como comunidad en el proceso de toma de decisiones de desarrollo urbano, o hagamos nosotrxs mismxs las acciones necesarias para garantizar las necesidades locales buscando una sociedad menos injusta y desigual. Los territorios, que pueden ser dominados y acumulados, también pueden ser, han, y habrán de ser defendidos, en mi siguiente investigación profundizaré en las estrategias barriales de resistencia a la gentrificación. No sacrifiquemos a lxs que habitamos la ciudad en nombre del “progreso”; vivienda digna, es más que un techo, cuatro paredes y un piso, es el lugar que ocupamos en el mundo, es nuestro derecho a no ser olvidados.

Créditos de la imagen: @subterranos.oax en Instagram.

Referencias:

  1. El territorio y la territorialidad son dos conceptos fundamentales para entender los procesos sociales y espaciales. El primero remite a una porción del espacio sobre la cual se ejerce un determinado poder, y el segundo, a la relación con el espacio que se establece por parte de una sociedad (García, 2020). ↩︎

1 comentario en “¿Qué sostiene la gentrificación en América Latina?”

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