
El martes 14 de mayo el Presidente Donald Trump comenzó su primera gira internacional de su segundo mandato por países del Golfo en Medio Oriente, como primera parada, el jefe de estado de los Estados Unidos llegó a Riad, Arabia Saudita. Durante este encuentro se reunió con el Príncipe heredero Mohammed bin Salman Al Saud y en la Cumbre de Inversión EUA-Arabia Saudita, ambos firmaron un acuerdo multimillonario de cooperación militar y económica, sin precedente alguno y valorado en $600,000 millones de dólares pero asegurando solamente $142,000 millones dólares. En este acuerdo, Estados Unidos se compromete a vender armas y equipamiento para defensa aérea, misiles, equipo de exploración aeroespacial, seguridad marítima, comunicaciones y asistencia técnica militar. Mientras que Arabia Saudita realizará inversiones en los sectores de energía, deportes, industria aeroespacial, medicina, minerales críticos, tecnología, inteligencia artificial y aviación.
En el marco del acuerdo, la Casa Blanca no aclaró si el gobierno saudita tendrá permitido adquirir los aviones de combate Lockheed F-35, a pesar de ser armamento de interés, solo se le vende a Israel, por lo tanto podría ser una estrategia para limitar los alcances militares en Medio Oriente.
Así mismo, Trump mencionó en su discurso que su administración está trabajando para retomar las relaciones con Siria y levantar las sanciones impuestas desde la “guerra contra el terror” en 2004 y los enfrentamientos con el régimen de Bashar Al-Assad. Estas acciones están impulsadas por una solicitud del Principe Mohammed bin Salman y conversaciones con el Presidente Erdogan de Turquía. Destacando dentro del anuncio:
“Ahora es su momento de brillar. Así que digo, buena suerte Siria, muéstranos algo muy especial”
El que se remuevan las sanciones es un gran paso para Siria ya que dichas condiciones tienen fuertes limitaciones para obtener financiamiento para inversión extranjera, comercio y proyectos de restauración y reconstrucción posteriores a la caída del régimen. Esta acción tiene la capacidad de alentar a otros países a hacer lo mismo y apostar por el bienestar de Siria.
Trump tuvo una reunión el 14 de mayo con Ahmed al-Sharaa, actual presidente de Siria. Sharaa fue militante para la célula de Al-Qaeda en Irak, luchando contra el ejército estadounidense en 2003, siendo encarcelado hasta 2016 y uniéndose a los grupos insurgentes en Siria que combatían a las fuerzas de Al-Assad. En su encuentro, el jefe de estado estadounidense instó a su homólogo a recuperar la relación con Israel, quien bombardea continuamente bases militares y parte de su frontera con Siria. Posterior a su reunión, Donald Trump destacó:
“Tiene gran potencial, es un verdadero líder […] Tiene una gran oportunidad de mantener al país unido”

Después llegó a Qatar, donde fue recibido con una alfombra roja en Doha por el Emir Tamim bin Hamad Al Thani. Horas más tarde se anunció la firma de una serie de tratados, en los que se incluye: la compra de 210 aviones Boeing por Qatar Airways, adquisición “récord” según la Casa blanca; una carta de oferta y aceptación de drones MQ-9B y declaraciones de intención en cooperación de defensa entre ambos países. Dichos acuerdos podrían generar $1.2 billones de dólares de acuerdo con el Departamento de Estado.
En los siguientes días, Trump se dirigirá a los Emiratos Árabes Unidos y abrió la posibilidad de ir a Turquía para atender las negociaciones entre Rusia y Ucrania; siendo sorpresivo que no visite Israel, su más grande aliado en Medio Oriente, de manera que ha causado dudas sobre las prioridades estadounidenses. No obstante, se puede deber a la presión que está ejerciendo Estados Unidos en Tel Aviv para un alto al fuego en Gaza. Por otra parte, advirtió que nunca permitirán que Irán tenga acceso a armas nucleares, dando dos opciones a Teherán: nunca tener armas nucleares o enfrentar “máxima presión” de Estados Unidos. Aunque no se sabe a que se refiere con exactitud Trump, se puede tratar de sanciones económicas, aislamiento diplomático o acciones militares.
Del otro lado del mundo, China ofrecía la ampliación de nuevas líneas de crédito de $10,000 millones de dólares y exención de visados a países de América Latina y el Caribe para apoyar su desarrollo y la cooperación en energía, tecnología y comercio en la IV Reunión Ministerial entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y el gobierno chino. Incluso se señaló que la cantidad podría ser equivalente a yuanes en lugar de tomar como referencia los dólares estadounidenses, moneda que es mayormente limitada en Sudamérica dados los contextos económicos de países como Argentina.
La gira de Trump por Medio Oriente busca reforzar alianzas estratégicas y posicionar a Estados Unidos frente a rivales como Irán y China. Ahora que ya pasaron 100 días desde que Trump entró en su segundo mandato presidencial, lo que se busca es hacer acuerdos, tal y como se han hecho en estas semanas con Ucrania, Reino Unido y China. Mientras firma acuerdos millonarios con Arabia Saudita y Qatar, la Casa Blanca presiona por un cambio en Siria y marca cierta distancia con Israel. Al mismo tiempo, China desafía el liderazgo estadounidense a través de la financiación para Latinoamérica.
Ante este escenario, comienza una nueva etapa de competencia global tendrá consecuencias directas para la región latinoamericana, que se ve cada vez más atrapada entre dos potencias con agendas opuestas. La gira no solo reafirma alianzas de EE.UU., sino que abre nuevas interrogantes sobre la dirección de su política exterior: ¿Podrá Trump contener a Xi Jinping sin perder influencia en otras regiones? ¿Y qué papel jugarán países como Brasil o México en este nuevo equilibrio global? Es claro que la competencia entre potencias se intensifica, y las decisiones tomadas hoy en Riad, Doha y Washington tendrán ecos que llegarán al resto del mundo.
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