
“A mí me podrán matar. Me podrán levantar, intimidar, amenazar. Pero afuera hay un pueblo que exige justicia… A mí me podrán chingar, pero se quedan con un tigre muy enfurecido, que es el pueblo de Uruapan. Así que, aguas, porque si nos tocan a uno, tocan a todo el pueblo de Uruapan.” Carlos Manzo 1985-2025
Carlos Manzo fue atacado y asesinado a balazos el sábado 1 de noviembre en una plaza del centro de Uruapan durante el Festival de las Velas para la celebración del Día de Muertos; horas después murió en un hospital tras arduos intentos de reanimarlo. De acuerdo con el Gabinete de Seguridad, recibió varios impactos, entre ellos dos en el abdomen y uno en el brazo. El agresor, identificado como Osvaldo Gutiérrez Vázquez, “El Cuate”, fue abatido por un escolta del alcalde; dos personas más resultaron heridas. El arma se aseguró y se descubrió que estaba vinculada a dos homicidios previos el 16 y el 23 de octubre. Autoridades agregaron que el responsable tenía entre 17 y 19 años y consumió metanfetamina y marihuana antes del atentado.
Desde el inicio de su mandato, Manzo había recibido amenazas de grupos delictivos, entre ellos el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), y en repetidas ocasiones solicitó apoyo de las autoridades federales para contener los delitos en la región. En redes, pidió que no dejaran solo a Uruapan y denunció el retiro de 200 elementos de la Guardia Nacional, lo que dijo dejaba al municipio en situación de vulnerabilidad. En una entrevista reciente, reiteró su diagnóstico sobre el entorno de seguridad:
“A la presidenta este país ya se le fue de las manos… El país se nos está yendo. El crimen se ha vuelto parte del paisaje… Nosotros enfrentamos solos a la delincuencia. No hay estrategia, no hay Estado”
Manzo, apodado “el del sombrero”, era el primer alcalde independiente en la historia de Uruapan tras ganar las elecciones locales de 2024; antes fungió como diputado federal por Morena, pero se distanció del partido y compitió contra él en la contienda municipal. Se hizo conocido por un discurso de mano dura contra el crimen organizado, con frases como:
“No puede haber abrazos para los delincuentes… tiene que haber ching***zos cuando atentan contra gente inocente”.
Durante su gestión canceló las fiestas patrias por riesgo y llegó a usar chaleco antibalas en actos públicos; sin embargo, el día del ataque no lo portaba y fue visto relajado junto a su hijo poco antes del atentado.

La reacción social a la tragedia fue inmediata. Cientos de personas se concentraron en Morelia para exigir justicia; hubo marchas de estudiantes con el lema “¡Que el miedo no nos calle!”, muchos con camiseta blanca y sombrero en alusión a “La Sombreriza”. Tras el funeral, manifestantes ingresaron al Palacio de Gobierno de Uruapan para protestar por seguridad y justicia; policías los dispersaron con escudos y gas, de acuerdo con videos e imágenes difundidos en redes. Se escucharon consignas como “¡Fuera Claudia!”, “¡Claudia asesina!” y “¡Fuera Morena!”.
En el Senado, la panista Lilly Téllez lanzó descalificaciones contra Gerardo Fernández Noroña y acusó omisiones del gobierno frente a la violencia en Michoacán, reclamando atención al asesinato de Manzo.
“¡Criminales! A ver, tú idiota, llora por Carlos Manzo, Noroña. No seas imbécil, llora de verdad por Carlos Manzo. Tú idiota, llorando por allá, haciendo circo, mientras a los mexicanos los masacran, Noroña.”
“¿Qué no escuchó a Carlos Manzo cuando le pidió una y otra vez que actuara? Y usted se burló de él, porque no se trataba de que usted le enviara escolta, se trataba de que usted actuara en Michoacán.”
En San Lázaro, legisladores del PRI colocaron sombreros “ensangrentados” y legisladores del PAN encendieron veladoras en sus curules como protesta. La oposición en redes habló de una “estrategia de seguridad fallida”; desde Morena, se acusó a adversarios de lucrar políticamente y de impulsar una “campaña digital” contra la presidenta; a la par, se reiteró que no habrá impunidad.

Más allá de la disputa, el expediente local de Manzo ayuda a entender la figura que se instaló en la conversación nacional. En medios y redes, algunos lo apodaron “el Bukele mexicano” por su retórica y por invertir más de 50 millones de pesos en patrullas, vehículos blindados e incentivos para la policía municipal. Manzo rechazó el apodo y reivindicó su identidad local como señal de compromiso con Uruapan. Al momento de su muerte, el nombre que más sonó para sucederlo fue el de su viuda, Grecia Quiroz, propuesta que se pasaría al ayuntamiento; por su parte, ella pidió proteger la memoria del alcalde y no ha expresado intención política pública de asumir el cargo.
Este año, al menos 10 asesinatos de alcaldes se han registrado en México, un dato que sitúa el caso de Uruapan en una tendencia preocupante para la seguridad de autoridades locales y para la gobernabilidad en territorios disputados por el crimen organizado. La respuesta que se construya en materia de investigación, protección y coordinación marcará no solo la memoria de Carlos Manzo, sino el margen de acción de cualquier alcalde que, como él, se proponga confrontar estructuras criminales desde un municipio con recursos y competencias limitadas.
