El pasado miércoles 27 de noviembre la coalición recién creada “Mando de Operaciones Militares” lanzó un ataque ofensivo donde se capturaron diversos pueblos al noroeste de la ciudad de Alepo, la segunda ciudad más grande en Siria y ubicada cerca de la frontera con Turquía. Dicha coalición está conformada por el grupo Hayat Tahrir al Sham (HTS), organización paramilitar opositor al gobierno del presidente de Siria, y diversas facciones islamistas como Ahrar al-Sham y Faylaq al-Sham. Aunque HTS tuvo vínculos con la facción siria de Al-Qaeda y todavía se considera terrorista por Estados Unidos y la ONU, la organización se ha deslindado y actualmente es un grupo nacionalista sirio ubicado en la provincia de Idlib. Al día siguiente, aviones de combate rusos y sirios bombardearon la zona con el objetivo de replegar a los grupos insurgentes. No obstante, los combatientes lograron tomar la ciudad de Alepo, afirmando que buscan liberar el territorio ocupado y responder a la intensificación de los ataques del ejército sirio y fuerzas pro iraníes.
Días después, la coalición logró tomar el control de la ciudad de Hama, al centro de Siria, su rápido avance fue relativamente sencillo pues las fuerzas gubernamentales se fueron replegando a las afueras de la ciudad. De acuerdo con los mensajes oficiales de los altos mandos de HTS de Telegram, los grupos insurgentes se dirigieron hacia la ciudad de Homs, misma que se encuentra conectada a la autopista M5, tal como Alepo y Hama. El control de esta vía terrestre que va de sur a norte en el oeste de Siria, supone el aislamiento terrestre de la ciudad capital Damasco y una estrategia importante al gobierno de Bashar al-Assad, presidente de Siria.
Asimismo, estos enfrentamientos representan la posible reactivación de la guerra civil, la cual se encontraba en un alto al fuego desde marzo de 2020. El conflicto se originó a partir de los movimientos pro democráticos que se dieron en el país durante la Primavera Árabe contra gobiernos autoritarios. Sin embargo, la respuesta del Presidente al-Assad, quien ha estado en el poder desde 2000, fue completamente violenta y a lo largo de los años, se involucraron grupos rebeldes, milicias kurdas, el Estado Islámico, y países como Rusia, Irán, Estados Unidos y Turquía. Dicha guerra ha causado más de 500,000 muertes, millones de desplazamientos y la devastación masiva del país. Aun así, el régimen de Bashar al-Assad recuperó el control de la mayoría del territorio debido a sus alianzas con Rusia e Irán.
Se estima que los ataques iniciaron al observar el retiro del apoyo de los aliados del gobierno sirio por sus prioridades actuales. Primero, Rusia ha usado mayores recursos en su conflicto en Ucrania, mientras que Irán ha destinado atención y esfuerzos a Hezbolá en Líbano.
El 8 de diciembre, los grupos insurgentes entraron a Damasco por la mañana y horas más tarde, declararon a Siria un país libre del régimen autocrático de la familia Assad, quienes habían gobernado por más de 50 años, y que las personas detenidas en cárceles serían libres. Además, mencionaron que Bashar al-Assad y su familia habían huido del país con un destino desconocido. Sin embargo, la prensa rusa señaló que Assad se encuentra bajo asilo por consideraciones humanitarias en Rusia. El primer ministro del país, perteneciente al gobierno de Assad, aclaró que está dispuesto a trabajar junto con los grupos opositores para reconstruir Siria. Durante el día, miles de personas salieron de sus hogares para rezar en las mezquitas y celebrar en plazas públicas, coreando “Dios es grande”. Alrededor del mundo, personas sirias desplazadas han realizado protestas en celebración, muchas más están buscando regresar a su país natal y reencontrarse con sus seres queridos. Aun así, cientos de personas están en búsqueda de sus familiares y amigos que fueron desaparecidos por el régimen.
Ante los hechos, diversos países occidentales como Francia, Alemania, Italia y Estados Unidos mencionaron la importancia del fin del gobierno de Assad por estar lleno de opresiones e injusticias a la población civil, así como sus deseos por la estabilidad y paz en Siria, reconociendo la incertidumbre que existe actualmente. Por otro lado, los gobiernos de Turquía, Filipinas y Qatar subrayan la importancia de que organizaciones terroristas no tomen ventaja de la situación política y que se observe continuamente el desarrollo del país. Por último, Líbano e Israel desplegaron unidades de sus respectivos ejércitos en las fronteras con Siria como medidas cautelares. Específicamente, Israel ha lanzado bombardeos a bases militares e instalaciones con ármas químicas en diversas partes del país; incluso notificó a Naciones Unidas mediante una carta que dichos ataques serían limitados y temporales, hechos con el objetivo de proteger a la población. Simultáneamente, se inició una incursión terrestre del ejército israelí en la zona desmilitarizada de los Altos de Golán dentro del territorio sirio. Según las declaraciones del Primer Ministro Benjamin Netanyahu, se busca obtener el control total de Golán y que forme parte del territorio del Estado de Israel.
Finalmente, la caída del régimen de Bashar al-Assad marca un punto de inflexión histórico para Siria, sin embargo, la victoria de los grupos insurgentes, liderados por la coalición del Mando de Operaciones Militares, plantea un escenario incierto para el futuro del país. Mientras la población celebra el fin de un gobierno autoritario, persisten preocupaciones internacionales sobre el riesgo de expansión de organizaciones extremistas y la estabilidad que tanto espera la población siria. Aún así, es crucial destacar el despliegue militar de Israel pues implicaría un escalamiento militar en Medio Oriente, región que ya presenta grandes conflictos y crisis humanitarias.