
El 10 de octubre entró en vigor un nuevo acuerdo para el cese al fuego entre Israel y Hamás, tras firmarlo el 9 de octubre Sharm el-Sheikh, Egipto, lo que da inicio a la implementación de la primera fase del plan. Esto ocurre después de dos años desde que iniciaron los ataques entre ambos el 7 de octubre de 2023, el cual ha causado más de 67,194 muertes de palestinos. El acuerdo se logró luego de intensas y largas negociaciones mediadas por Estados Unidos, Qatar, Turquía y Egipto, y busca poner fin al genocidio que el gobierno de Israel ha llevado a cabo, a pesar de los esfuerzos de la población civil en todo el mundo.
Esta primera fase del acuerdo inicio a las 6 am hora local y consiste en:
- Liberación de rehenes
- Hamás entregará 48 rehenes israelíes que se encuentran en Gaza, 20 serán liberados vivos dentro de las primeras 72 horas después de la ratificación.
- Israel liberará a 2,000 prisioneros palestinos, entre ellos mujeres, niños y personas con sentencias prolongadas.
- Retirada parcial de tropas
- Israel aceptó replegar sus unidades militares hacia líneas acordadas previamente, manteniendo control sobre aproximadamente el 53 % del territorio de Gaza.
- Corredores humanitarios y acceso externo
- Reapertura de corredores fronterizos controlados por Egipto para facilitar el paso de la ayuda humanitaria a Gaza, en conjunto con la reactivación de asistencia internacional.
El intercambio de rehenes fue un tema complejo dentro del gobierno israelí, pues el ala ultranacionalista comenzó oponiéndose al intercambio, describiéndolo como “rendición política”. No obstante, el gabinete de seguridad aprobó el acuerdo por mayoría, especialmente ante la presión estadounidense y el hartazgo social frente a la gravedad de las afectaciones a la población palestina.
Fue entonces que el ejército de Israel inició su repliegue parcial en las zonas urbanas de Gaza para permitir la entrada de ayuda internacional coordinada por las Naciones Unidas. En estas primeras horas, miles de palestinos desplazados comenzaron a regresar a la Franja en busca de volver a su hogar a pesar de estar devastados por la destrucción, el colapso y nulo acceso a servicios básicos.
El Secretario General de la ONU, António Guterres, celebró el acuerdo como un “paso tangible hacia la autodeterminación palestina”, mientras que el presidente Donald Trump afirmó que el pacto demuestra “el poder del pragmatismo sobre la guerra eterna”. Trump fue quien promovió un plan de paz de 20 puntos presentado el 29 de septiembre que en resumen menciona:

Sin embargo, las autoridades de Hamás insistieron en que la tregua no implica rendición, sino un intento de aliviar el sufrimiento civil, mientras buscan garantías de reconstrucción y apertura fronteriza.
El acuerdo también contempla la creación de una fuerza de supervisión internacional que monitoreará el cumplimiento del alto al fuego y el trueque de rehenes estará integrada por los mediadores e Israel. Además, Estados Unidos anunció el envío de unos 200 efectivos para apoyar logísticamente las operaciones humanitarias y verificar que ambas partes respeten los compromisos. Paralelamente, se estableció un grupo conjunto de búsqueda para localizar los cuerpos de rehenes fallecidos durante la guerra, mientras las negociaciones avanzan hacia una segunda fase que definiría el control político de Gaza.
No obstante, las tensiones persisten. Netanyahu declaró que la desmilitarización de Hamás “sigue siendo un objetivo no negociable” y advirtió que Israel retomará las operaciones “si el acuerdo se rompe o si la organización terrorista intenta rearmarse”. Hamás, por su parte, afirmó haber recibido garantías de Estados Unidos y los mediadores árabes de que la guerra “ha terminado definitivamente”, y exigió el levantamiento total del bloqueo a Gaza. A pesar del inicio del alto el fuego, algunos reportes indicaron incidentes aislados de bombardeos en el norte de la Franja, lo que ha generado preocupación sobre la fragilidad de los compromisos de Israel.
Entre los temas aún no resueltos están la reconstrucción masiva de Gaza, estimada en más de 40 000 millones de dólares, y la gobernanza del territorio: ni Israel ni Hamás han definido quién administrará la Franja durante la transición. Washington ha sugerido que una coalición palestina, supervisada por ONU y apoyada por países árabes, podría encargarse de la reconstrucción, pero la propuesta enfrenta resistencia tanto de Tel Aviv como de las facciones islamistas.
Aunque este acuerdo es un primer paso para que realmente se dé un proceso de paz para Palestina, es inevitable dudar si se cumplirá con lo pactado. Es crucial reconocer que las presiones sobre Israel han surgido desde las iniciativas de quienes alzan la voz desde sus propios países, protestan por el cumplimiento del derecho internacional y de los compromisos que sus naciones han adquirido.