
A finales de septiembre de cada año, concluye el ciclo presupuestario de Estados Unidos, sin embargo, el gobierno entró en un cierre parcial o “shutdown” cuando el Congreso no logra aprobar el financiamiento para el nuevo año fiscal, mismo que inicia el 1 de octubre. Fue así que cuando la Cámara de Representantes y Senado no concretaron la aprobación de los 12 proyectos de ley de asignaciones (appropriation bills), que sirven específicamente para financiar el funcionamiento del gobierno federal, varias agencias no esenciales suspendieron operaciones y más de 700 mil empleados federales se enviaron a licencia sin goce de sueldo (furlough).
Esto ya había ocurrido en 2013 y entre 2018-2019, demuestra que el “shutdown” se ha convertido más en una estrategia política utilizada por ambos partidos para forzar concesiones presupuestarias pues en dichos años se discutía la disputa sobre la Ley de Cuidado de Salud Asequible (Obamacare) y el financiamiento de un muro en la frontera con México, respectivamente. No obstante, la causa en 2025 fue el debate entre:
- Niveles de gasto federal y prioridades (defensa vs programas domésticos)
- Subsidios al Affordable Care Act (ACA): los demócratas buscaban extender ciertos subsidios, mientras que algunos republicanos se resisten a incluir esas extensiones como parte de la legislación de financiamiento
El Senado, como cámara alta del Congreso, tuvo un papel crucial en los días previos al 1 de octubre, se votaron dos resoluciones clave: una presentada por los republicanos para extender el financiamiento sin condiciones, y otra de los demócratas que buscaba incluir medidas sobre subsidios al sistema de salud y límites a recortes sociales. Ambas fracasaron, al no alcanzar los 60 votos necesarios para superar la obstrucción parlamentaria, una regla que requiere una mayoría calificada para avanzar algunos proyectos de ley.
Aunque los republicanos controlan la mayoría del Senado desde enero de 2025, no lograron alinear suficientes votos para aprobar su propia resolución. Algunos senadores demócratas moderados, como Joe Manchin y Angus King, apoyaron la moción republicana, pero el respaldo fue insuficiente. Por su parte, el liderazgo demócrata, encabezado por Chuck Schumer, se negó a ceder sin garantías en temas sociales clave, como la protección del Medicaid y el mantenimiento de los subsidios al seguro médico.
El vicepresidente JD Vance, quien como presidente del Senado tiene un rol decisivo en situaciones de empate, apeló públicamente a los senadores demócratas para que
Pidió respaldo por la financiación inmediata, posponiendo otros debates para más adelante. Esto fue con la intención de aislar a la facción progresista del Partido Demócrata, que se niega a financiar un gobierno que, según denuncian, recorta derechos sociales.
Además, un “shutdown” de dos semanas puede costar al país entre 6,000 y 8,000 millones de dólares en productividad perdida, caída del consumo y retrasos en pagos federales, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO). Los ciudadanos comenzaron a ser afectados ante los retrasos en pagos de asistencia alimentaria, la cancelación de solicitudes de pasaporte, suspensión de inspecciones sanitarias en alimentos, y demoras en trámites migratorios. Por ejemplo: estados como Nueva York y California anunciaron medidas de emergencia para proteger a empleados federales y garantizar ciertos servicios esenciales.
El gobierno de Trump, por su parte, congeló más de 25,000 millones de dólares en fondos previamente asignados a estados gobernados por demócratas, lo que fue percibido por sus opositores como una táctica de castigo político. La Casa Blanca también amenazó con despidos masivos si el Senado no aprobaba la financiación antes del 5 de octubre, lo que elevó aún más la tensión en Washington.
Lo ocurrido en el Congreso de Estados Unidos va más allá de una diferencia en asuntos presupuestarios, si no la gran división y fractura que existe entre los partidos Republicano y Demócrata. El uso de la estructura de la administración pública como herramienta sistemática de bloqueo, la creciente polarización ideológica y la erosión de los espacios de negociación bipartidista debilita la credibilidad de Estados Unidos como el “gran país democrático” y su liderazgo en el orden mundial.
¡Qué espectáculo! Es como ver una pelea de gallos donde nadie sabe quién es el verdadero buey, solo que el shutdown es su truco de magia política favorito. Y el Senado, con su regla de los 60 votos, es como un cuello de botella donde todo se cuelga. Los demócratas y republicanos, jugando al gato y al ratón con el dinero público, mientras los ciudadanos pagamos el pato. Dejen de tomar al gobierno como rehén, dijo el vicepresidente, ¡y qué verdad tan auténtica! Mientras tanto, los fondos se congelan y los pasaportes se demoran, pero aquí estamos, aplaudiendo las medidas de emergencia como si fueran ballet. ¡Dios mío, qué drama político y qué caro cuesta este shutdown!quay random
¡Qué espectáculo! El shutdown se ve más como una obra de teatro política que un problema real, como los años pasados discutiendo muros y laamacare. Es como si dos grupos de niños no pudieran jugar porque no quieren ceder la pelota: unos quieren déficit para defensa, otros para programas sociales. El Senado, con sus 60 votos mágicos, se convirtió en el árbitro de esta pachanga, donde ni siquiera la mayoría logró nada. Los demócratas moderados apoyando a los republicanos es como ver a Joe Manchin bailar salsa con un fanático del rock. Y los 6,000 millones de dólares perdidos en productividad… ¡eso es como quemar billetes para calentar un estufa! Los ciudadanos, claro, son los que pagan el precio de este juego. En resumen: una comedia política que nos recuerda que a veces, la política es más entretenida que ver una película de acción.ai ease watermark remover